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Te presentamos los préstamos personales: contratos entre una entidad financiera y un consumidor para recibir un anticipo de una cantidad de dinero. Seguramente hasta este momento los conocías como préstamos a secas. Como en todos los tipos de préstamos, el consumidor siempre tiene la obligación de devolver la cantidad de dinero pactada en el tiempo y condiciones que se hayan acordado.
Las condiciones de un préstamo normalmente incluyen los intereses y posibles gastos del contrato. Sin embargo, existen varios préstamos (como el primero que solicites con Moneyman) que no tienen intereses. En estos, solo tendrás que devolver el dinero prestado.
De forma general, los préstamos personales no suelen superar grandes cantidades de dinero y, por lo tanto, no necesitan de un aval para ser concedidos. Además, se suelen entregar de forma rápida (e incluso inmediata) y su plazo de devolución no es muy largo. Por lo tanto, se consideran una vía de financiación rápida para casi todos los consumidores.
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Los créditos rápidos siguen unos estándares muy rigurosos que garantizan que todas las cláusulas de los mismos son debidamente comunicadas al contratante, de tal manera que no cabe la posibilidad de llevarse sorpresas desagradables con posterioridad.
A pesar de que el resultado de un préstamo personal como de un crédito es obtener una anticipo de dinero, cada uno de ellos es una vía de financiación diferente. Aquí te explicamos las principales diferencias entre ellos:
La gran diferencia entre un préstamo y un crédito es que el primero asigna una cantidad exacta de dinero que sí o sí será entregada (y que habrá que devolver completamente), mientras que el segundo asigna una cantidad de dinero que podrá ser usada o no.
En resumen: un préstamo se entrega íntegro y un crédito se gasta según las necesidades del momento.
Además, un préstamo personal consiste en un contrato puntual, con una duración determinada y pactada. Una vez que devolvamos el dinero y se cumplan todas las condiciones, el contrato se dará por finalizado y no se podrá acceder a más dinero (a no ser que solicitemos otro préstamo).
En el caso del crédito, se trata de un contrato de mayor duración sin una fecha límite pactada. Si no gastamos toda la línea de crédito disponible, podremos seguir solicitando más dinero a medida que lo necesitemos (hasta llegar al límite). Además, la línea de crédito se irá renovando puntualmente.
Por último, existe una diferencia en cuanto a los intereses. En un préstamo se pagan intereses por toda la cantidad solicitada y en el caso del crédito solo se pagarán en función de la cantidad utilizada.
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